27 de Noviembre de 2020
Nunca viví en La Paternal. De hecho, la primera vez que fui tendría unos seis años y mi papá, hincha de River, me llevó a ver a Maradona al viejo estadio de tablones. Ese día la cancha estaba repleta a tal punto que la imagen que me quedó grabada en mi memoria fue la gente trepada a los árboles para ver un partido del que ni siquiera recuerdo el rival. Sé que era un torneo Nacional y de 1977 porque de tanta gente que había en La Paternal no pudimos entrar y terminamos viendo el segundo tiempo de River-Cipolletti, en un Monumental en obra antes del Mundial 78. Al barrio tardé mucho en volver. Y en el medio me hice hincha de Argentinos. Fue por Diego, por un gol que le hizo a River jugando para Boca. No lo había visto jugar con la camiseta del Bicho, pero aquella visita frustrada a La Paternal había tenido algo de magia. Reinauguración del estadio de Argentinos Juniors en 2003. El día del regreso fue en diciembre de 2003. Ya como periodista, para la reinauguración del estadio de Juan Agustín García y Boyacá. Esta vez sí pude entrar. La cancha estaba repleta, pero no había gente colgada de los árboles. Y esta vez me hechizó el barrio y su gente. A la cancha volví cientos de veces, me hice socio de Argentinos, sufrí descensos, lo hice hincha y socio a mi hijo, nos abrazamos (lo sumamos a mi viejo de River en un día imposible de olvidar) en el título de 2010. La vuelta de Maradona al estadio que lleva su nombre en diciembre de 2019. El año pasado Maradona volvió a La Paternal para un homenaje en el estadio que hace ya varios años lleva su nombre. Entre lágrimas dijo que su corazón siempre estuvo en La Paternal. A mí me pasa lo mismo. No puedo explicar por qué. Pero estoy convencido de que fue por Diego. Y que como su magia, este hechizo también durará para siempre. El fútbol, que te abraza con ese sentimiento