Evitó el balotaje y su figura se instala claramente como uno de los referentes de la oposición. La apuesta a la gestión y a los mismos nombres que lo acompañaron los últimos cuatro años.
Con la euforia de otros tiempos, Diego Santilli lo presentó como a una estrella de rock. Horacio Rodríguez Larreta subió al escenario de Costa Salguero sabiendo ya, con algo más de 60% de las mesas escrutadas, que había concretado todos los objetivos que se había propuesta para la elección.
El primero, evitar el balotaje que tantos dolores de cabeza le había traído cuatro años atrás cuando Martín Lousteau arrastró todos los votos opositores y casi da la sorpresa. Los números del escrutinio esta vez no dejaba margen de dudas.
Y convertían a Larreta en el jefe de Gobierno más votado desde que en 1995 se comenzó a elegir en la Ciudad (sólo Aníbal Ibarra había evitado el balotaje en 1999 porque con algo más del 49% de los votos su rival, Domingo Cavallo, se bajó).
El aluvión de votos (sacó más que Mauricio Macri en la Ciudad) no sólo le abrieron las puertas para su segundo mandato como jefe de Gobierno, sino que lo posicionaron políticamente como uno de los hombres fuertes de la ahora oposición a nivel nacional.
Y allí es imposible no comparar el camino que recorrió Mauricio Macri hasta llegar a la presidencia, con sus dos mandatos en la Ciudad como oposición al kirchnerismo. Desde el entorno del reelecto jefe de Gobierno se apuran a marcar una diferencia: Macri recién en su último año en la Ciudad conformó Cambiemos. Si Larreta siguiera sus pasos lo haría con una coalición mucho más consolidada.
Y ahí abre se abren dos interrogantes de cara al futuro. Cómo se consolidará Cambiemos como oposición. Y qué papel jugará Larreta que, cuantas veces pudo antes de la elección, se encargó de remarcar que era necesario una oposición «colegiada» con varios referentes y no con un único líder.
Puede haber cambiado el panorama con el 40% de los votos que cosechó Macri y lo dejan claramente como el gran referente que sostendrá al resto. Y allí, Horacio Rodríguez Larreta se siento incluso mucho más cómodo.
Gran ganador del PRO, Larreta imagina esa oposición compartida con dirigentes como los radicales Alfredo Cornejo, Gerardo Morales, Gustavo Valdés, Mario Negri y Martín Lousteau. También con Lilita Carrió y Miguel Angel Pichetto. Buscará sumar de algún modo Emilio Monzó y esperará un pronto retorno al ruedo de María Eugenia Vidal.
Larreta es, en este grupo heterogéneo, de los que sostienen que hay que acompañar al nuevo gobierno y terminar con la grieta, al margen de que la elección se haya polarizado aún más que en las PASO. «Con diálogo y consenso como apuesta hacia adentro y hacia afuera», sostiene. Y siempre destaca su buena relación en los últimos cuatros años con el peronismo porteño. «Todas las leyes importantes salieron por amplia mayoría», remarca.
Desde su entorno a esta estrategia le agregan la palabra «paciencia». Así fue como armó la gran coalición con la que acaba de arrasar en las urnas porteñas. Que fue mayor aún que la de Juntos por el Cambio a nivel nacional. Y con que la que apuesta a sostener en la Ciudad para darle proyección a su carrera política.
Carrera que suele comparar con un maratón. «Hay que llevar un ritmo constante y no acelerar de más”, dice y agrega que lo importante también es «disfrutar el camino».
Por eso anoche remarcaban que este mismo lunes retoma la gestión porque de verdad -enfatizaban-. la disfruta. Y porque el caudal de votos cosechados es por la gestión que tenía una valorización positiva del 65% entre los porteños. Con la salvedad de que a diferencia de los años de Macri en la Ciudad enfrentado con el Gobierno K, Larreta contó con el apoyo de la Nación.
Por eso de entrada deberá medir su relación Alberto Fernández (no se conocen) pero sólo va a pensar en la Ciudad. «Llegó hasta acá por la gestión y no va a rifar su capital», define uno de sus colaboradores más cercanos. Por eso descartan que ante las derrotas en Nación y Provincia haya un desembarco masivo de dirigentes de esas jurisdicciones en la Ciudad.
Larreta está realmente conforme con el equipo que lo acompañó estos cuatros años. Nadie espera grandes cambios en su equipo. «Si se suma alguien debería aportar un plus y sería para líneas intermedias», confían sus allegados. De su actual equipo de ministros sólo dos dejarán vacantes sus espacios. Guadalupe Tagliaferri a cargo de Desarrollo Humano pasará a ocupar una banca como senadora. Y la ministra de Salud Ana María Bou Pérez que asumirá una banca como legisladora porteña.
Incluso no sería descabellado que Diego Santilli mantuviera su doble rol como vicejefe de Gobierno y ministro de Seguridad, cargó que asumió a finde 2018 tras el desastroso operativo de seguridad en el River-Boca de la Copa Libertadores y que le costó el cargo a Martín Ocampo (ahora irá a la Legislatura).
Será en definitiva la tropa con la que Horacio Rodríguez Larreta se apoyará para que la gestión como jefe de Gobierno porteño lo siga proyectando como un dirigente al que aún hoy muchos le cuestionan su falta de carisma pero que demostró que le sobran votos como para seguir creciendo.
Fuente: Clarin