La Quinta de Olivos: de la vereda prohibida al circuito de running En la última Dictadura no se podía caminar por allí. Ahora es un circuito aeróbico en el barrio.

Tenía cuatro años cuando nos mudamos con mi familia a Vicente López. Y dos referencias geográficas-políticas del nuevo barrio de las que hablaban los grandes. La casa donde había vivido Perón y la Quinta Presidencial de Olivos.

La primera estaba a pocas cuadras de mi nueva casa y encima para llegar había que subir la calle que se cortaba y se transformaba en escalera. «La escalerita», de la que alguna vez también escribí.

Esa calle es Madero que a la vez es paralela a Gaspar Campos , que también se corta pero no tiene escalera y reaparece del otro lado de la calle que termina en escalera… Hoy con Google maps todo es más fácil. Por entonces llegar a aquella casa de Gaspar Campos parecía una misión imposible.

La Quinta Presidencial, en cambio, era paso obligado para ir de Vicente López a Olivos, donde a poco de mudarnos empecé el jardín de infantes y luego la escuela primaria.

En una barrio de casas, en la que los edificios (muchos menos que ahora) sólo están en las avenidas, encontrar semejante quinta parecía de otros tiempo.

Y en definitiva lo era, y ayudaba el relato de quien nos llevara al colegio. Que Miguel de Azcuénaga (el de la calle que bordea la vía, que bordea la Quinta) había sido dueño del terreno y se había hecho construir la casa. Que un descendiente suyo, Carlos Villate (otra de las calles que rodea el predio) la había donado al Gobierno con la condición de que los presidentes la usaran como su residencia. Y que se alguno se negaba a utilizarla, debía devolverla a sus antiguos dueños.

Historia al margen, lo fascinante era es lugar enorme al que no se podía tener acceso ni observar desde afuera. La curiosidad se transformó luego en prohibición cuando durante la dictadura estaba prohibido pasar por sus veredas (camino obligado al colegio en bici).

El retorno a la democracia me agarró terminando la primaria y en la secundaria apunté para el otro lado del barrio. A las veredas de la Quinta volví algunas veces (pocas, admito) al trote porque todo el perímetro se convirtió en un circuito de running.

La caída del muro de la Quinta será una verdadera transformación para el barrio. Vaya uno a saber que habrían pensado Azcuénaga y el donante Villate al respecto. Aunque ya parece tarde para la devolución del relato que nos enseñaron de chicos.

 

 

FUENTE: Clarin

La segunda juventud para los porteños: los boliches se adaptan a los mayores de 40

Empresarios y dueños de locales impulsan la movida «after work»: revivir las salidas a bailar de hace 20 años para gente que hoy «no tiene a dónde ir». Convocaron a DJs que brillaron en los 80 y 90 y habrá estética de aquellos años.

Un grupo de amigos tiene como rutina de hierro juntarse los jueves a la noche. Todos rondan los 40 y las opciones para ellos no son demasiadas: cenar o tomar un trago terminan siendo las salidas repetidas. Dos de los muchachos vienen de divorcios recientes y bromean con que así jamás conocerán a una mujer.

En otro punto de la Ciudad la escena se repite, sólo que en este caso el grupo está integrado por mujeres con ganas de no sentirse, al menos por un rato, madres con hijos chicos y llenas de obligaciones. Darían cualquier cosa para que la ladies nightfuera algo más que ir a un restaurante con un 20% de descuento para mujeres solas.

“Todos estos jóvenes, porque lo siguen siendo, hace 20 podrían tener tranquilamente como rutina salir a bailar, incluso en la semana. Hoy no tienen a dónde ir. Pero eso está a punto de terminar”, se entusiasman tres socios en la mesa de un bar de Urquiza. Jorge Becco, Gustavo Palmer y Osvaldo de Riso, empresarios de la noche, son los gestores de una movida que verá la luz a partir de las vacaciones de invierno: un after workinspirado en los boliches que vibraban en los 80 y los 90 y que buscan hacerlo funcionar de manera estable.

“Estamos seguros de que esto va a cambiarles la noche a muchos que no tienen a dónde ir a bailar porque están en el medio, entre los chicos y los veteranos”, explica Jorge Becco, presidente de CEDEBA, la cámara que agrupa a los empresarios de discotecas y dueño de Club Aráoz en Palermo, que en los 80 se llamaba San Francisco Tramway. “La idea es generar una oferta para las noches de miércoles y jueves, entre las 20 y la 1 de la mañana, en muchos lugares, cada uno con una música especial, tragos, menú, valet parking, alto nivel. Por ejemplo, vamos a contar con DJs que la rompieron en Buenos Aires, la Costa y Punta del Este como José Luis Mayo y Poppy Manzanedo. Buenos tragos, buena comida y música de aquella época, ésa es la estructura de este proyecto al que invitamos a sumarse a todos los socios de nuestra cámara”, se entusiasma Becco.

 

“Sería como estar en La France, Bulldog, Caix, Toronto o Freedom pero en 2017. Con Technotronic y Kool and the Gang. Con canciones como A dónde vas de Cetu Javu para abrir la noche. Con el mismo espíritu pero adaptado a la edad y nuevas costumbres de los clientes”, se entusiasma Palmer, histórico dueño de boliches: suyo fue Rainbow, inmortalizado en una canción de Los Ratones Paranoicos. “Y sin nostalgia, para nada. Con ganas de pasarla bien como antes pero con la cabeza de ahora. Con el club de amigos que se formó en aquella época, tomamos la movida que existe en Europa de organizar fiestas para gente de 35 a 50, que de otra manera no tiene a dónde ir. Son 30 años en la noche y cerca de 100 discotecas gestionadas: toda esa experiencia me asegura que el after work va a ser un éxito. Mucha gente va a reencontrarse”.

Entre los lugares ya confirmados para este ataque ochentoso semanal están New York City, City Hall y el Club Aráoz. También uno de los íconos de la movida gay porteña: Amerika, el boliche de Gascón y Córdoba, propiedad de Osvaldo de Riso, dueño en aquellos años de Bunker, pionero en el rubro.

“Por suerte hoy tenemos mucha más libertad para convocar y para disfrutar que hace 30 años. Esta movida también incluye al público gay, por supuesto” En breve, según dicen, la difusión de las fechas y boliches para esta movida con Rick Astley pero sin pantalones nevados ni zapatos náuticos comenzará a viralizarse. Sin dudas, 20 años no es nada.

¿Sirve la hipnosis para dejar de fumar?

Había un sola condición para afrontar la experiencia-probador. Que realmente deseara abandonar el cigarrillo. La invitación era para realizar una sesión de hipnosis para dejar de fumar. Y entre la mezcla de curiosidad y el descreimiento me enganché rápidamente con la propuesta.

Va un breve resumen de mi relación con el cigarrillo. Empecé a fumar cuando terminé el secundario (hace ya mil años). Tuve algunas interrupciones, la más larga unos nueve meses y siempre por voluntad propia. En una ciudad donde cada vez se hace más difícil fumar, siempre me las rebusqué para encontrar mi lugar. Pero es cierto que entre mis amigos muchos ya habían dejado. Y que en el trabajo se nota cuando uno se queda sin puchos y ya quedan pocos viciosos para manguearle uno. Además subía dos pisos por escalera y me agitaba y mi médica clínica que además es gerontóloga se espantaba cada vez que le decía que seguía fumando y me bombardeaba a estudios.

Ante la acumulación de evidencia, efectivamente quería dejar de fumar. Pero una cosa es decirlo y otra, mucho más complicada, hacerlo.

El encuentro con Javier Bicoff (de aquí en más mi hipnoterapeuta) fue hace como un mes. El consultorio es un departamento que huele a incienso, donde suena música relajante y donde Javier cuenta un poco de qué se trata. “La hipnosis acorta caminos porque permite entrar en contacto directo con el inconsciente. Este tipo de terapia facilita el cambio. Pero el cambio siempre depende de uno”, remarca. Y “uno” en este caso era yo.

Y así me descubro acostado en un sillón, relajado, con mi consciente pensando en qué voy a hacer en el diario dentro de un rato y mi inconsciente absorbiendo lo que Javier le dice. ¿Señales? Un brazo extendido en alto durante largo rato (como diría Bonadeo hay foto y video pero guardado en caja fuerte). Y empiezo a entender que en esa disputa entre el consciente y el inconsciente está la llave de todo este asunto.

Javier me explica una vez que vuelvo del trance (siempre consciente, vale aclarar. “Durante la hipnosis no se hace nada que que no haría con naturalidad”, cuenta Javier) que los cambios pueden ser graduales. Mi ilusión de convertirme de manera exprés en un ex fumador se diluye. A tal punto que salgo del edificio y lo primero que hago es prender un pucho.

Pero quedo en volver a la semana. Y se repite la escena del brazo extendido y, según palabras de Javier, se complementa con una terapia más a fondo poniendo en su comunicación directa con el inconsciente palabras duras de lo que el cigarrillo está haciendo con mi vida.

Y de verdad comienzo a sentir algunos cambios. Que podrían ser imperceptibles pero la terapia de Javier se extiende al WhatsApp y casi a diario dispara preguntas y analiza respuestas (y aclara que es así con todos sus pacientes).

Entonces le cuento que tras la última sesión me detengo un segundo antes de prender cada cigarrillo y me doy cuenta de que la mitad o más de los que fumo por día son como automáticos, ni me doy cuenta de que los fumo. Y él se entusiasma con las “diferentes perspectivas” que -explica- mi inconsciente está sacando a la luz. Y estima con optimismo que estoy cerca de de dejar de fumar.

 

La tercera sesión -augura- será la última. Esta vez no hay brazo en alto sino una sonrisa y hasta carcajada que brota sola (acostado y con lo ojos cerrados). Algo así como el triunfo definitivo del inconsciente porque mi consciente decía no tengo porqué reírme. Que se entienda bien: ni hubo chiste ni cosquillas. Fue una sonrisa que vino del estómago.

Lo que sigue es el final de la historia. A esa sesión fue la primera a la que había ido sin cigarrillos. Y a la hora de comprar pasé del atado de 20 a un paquete de diez. Que duró un día. Y al que le siguió otro paquete de 10, que duró dos días. Y que se terminó con la última pitada un miércoles a la noche. Y que por primera vez en mucho tiempo pensé que definitivamente podía ser la última.

Y así fue. Llevo 10 días sin fumar y sin la locura por hacerlo que imaginaba antes del proceso. Javier me remarca (para que quede bien claro) que la decisión de no fumar más fue mía. Que “la hipnosis no manipula sino que ayuda a usar la mente”. Que “no hay magia” y que la hipnoterapia que él práctica con pasión se trata del “arte de hacerte preguntas y el arte de decidir”.

Desde mi último cigarrillo he superado pruebas como compartir reuniones con gente fumando en la misma mesa. Y no me dieron ganas. Eso sí, estoy comiendo un poco más… Se lo cuento a Javier. Y me invita a una sesión para controlar la ansiedad. ¿Continuará?

Datos básicos

El licenciado Javier Bicoff hace hipnoterapia. Se lo puede consultar al teléfono 11-2654-6844. Su web es www.javier-bicoff-hipnoterapia.com. En Facebook Javier Bicoff Hipnosis. En Twitter: @JBHipnosis.

 

 

Fuente: Clarin

La segunda juventud para los porteños: los boliches se adaptan a los mayores de 40

Un grupo de amigos tiene como rutina de hierro juntarse los jueves a la noche. Todos rondan los 40 y las opciones para ellos no son demasiadas: cenar o tomar un trago terminan siendo las salidas repetidas. Dos de los muchachos vienen de divorcios recientes y bromean con que así jamás conocerán a una mujer.

En otro punto de la Ciudad la escena se repite, sólo que en este caso el grupo está integrado por mujeres con ganas de no sentirse, al menos por un rato, madres con hijos chicos y llenas de obligaciones. Darían cualquier cosa para que la ladies night fuera algo más que ir a un restaurante con un 20% de descuento para mujeres solas.

“Todos estos jóvenes, porque lo siguen siendo, hace 20 podrían tener tranquilamente como rutina salir a bailar, incluso en la semana. Hoy no tienen a dónde ir. Pero eso está a punto de terminar”, se entusiasman tres socios en la mesa de un bar de Urquiza. Jorge Becco, Gustavo Palmer y Osvaldo de Riso, empresarios de la noche, son los gestores de una movida que verá la luz a partir de las vacaciones de invierno: un after workinspirado en los boliches que vibraban en los 80 y los 90 y que buscan hacerlo funcionar de manera estable.

 

“Estamos seguros de que esto va a cambiarles la noche a muchos que no tienen a dónde ir a bailar porque están en el medio, entre los chicos y los veteranos”, explica Jorge Becco, presidente de CEDEBA, la cámara que agrupa a los empresarios de discotecas y dueño de Club Aráoz en Palermo, que en los 80 se llamaba San Francisco Tramway. “La idea es generar una oferta para las noches de miércoles y jueves, entre las 20 y la 1 de la mañana, en muchos lugares, cada uno con una música especial, tragos, menú, valet parking, alto nivel. Por ejemplo, vamos a contar con DJs que la rompieron en Buenos Aires, la Costa y Punta del Estecomo José Luis Mayo y Poppy Manzanedo. Buenos tragos, buena comida y música de aquella época, ésa es la estructura de este proyecto al que invitamos a sumarse a todos los socios de nuestra cámara”, se entusiasma Becco.

“Sería como estar en La France, Bulldog, Caix, Toronto o Freedom pero en 2017. Con Technotronic y Kool and the Gang. Con canciones como A dónde vas de Cetu Javu para abrir la noche. Con el mismo espíritu pero adaptado a la edad y nuevas costumbres de los clientes”, se entusiasma Palmer, histórico dueño de boliches: suyo fue Rainbow, inmortalizado en una canción de Los Ratones Paranoicos. “Y sin nostalgia, para nada. Con ganas de pasarla bien como antes pero con la cabeza de ahora. Con el club de amigos que se formó en aquella época, tomamos la movida que existe en Europa de organizar fiestas para gente de 35 a 50, que de otra manera no tiene a dónde ir. Son 30 años en la noche y cerca de 100 discotecas gestionadas: toda esa experiencia me asegura que el after work va a ser un éxito. Mucha gente va a reencontrarse”.

Entre los lugares ya confirmados para este ataque ochentoso semanal están New York City, City Hall y el Club Aráoz. También uno de los íconos de la movida gay porteña: Amerika, el boliche de Gascón y Córdoba, propiedad de Osvaldo de Riso, dueño en aquellos años de Bunker, pionero en el rubro.

“Por suerte hoy tenemos mucha más libertad para convocar y para disfrutar que hace 30 años. Esta movida también incluye al público gay, por supuesto” En breve, según dicen, la difusión de las fechas y boliches para esta movida con Rick Astley pero sin pantalones nevados ni zapatos náuticos comenzará a viralizarse. Sin dudas, 20 años no es nada.

Fuente: CLarin

 

Cómo hacer para que en una carrera de 24 vueltas te saquen 10…

Se trata de una carrera de karting. Y la lógica periodística indica que hay que empezar por el final. Básicamente saber quién ganó y quién perdió. Pero vamos arrancar por el principio, antes de la largada.

La idea era subirse a un karting por primera vez. Elevada la propuesta a Pablo Vaca (administrador como si fuese una cuenta de WhatsApp de la sección El probador) subí la apuesta y propuse una carrera grupal con compañeros de redacción que, como yo, no tuvieran experiencia sobre este tipo de vehículos. Pablo tomó la posta, Rolando Barbano, que no se pierde un probador dijo presente, y Sebastián Clemente se sumó.

Con la competencia planteada, agendamos una noche F1 Karting, “la mejor pista outdoor”, según su página web. No conozco otras, pero ésta de 420 metros pintaba bien. Curvón, curva peraltada y otros términos que alguna vez escuché en la transmisión de alguna carrera.

Y con esto, vamos adelantando parte del final, ese que debería haber figurado en el primer párrafo. Va una breve descripción sobre mis habilidades arriba de algo con motor: no entiendo nada y no me gusta la mecánica. Si se me queda el auto, puede ser desde la falta de agua o la de una pieza con nombre raro. Porque parte del desafío grupal era que quien perdiera la carrera escribiría esta nota. Y acá me tienen, tratando de contar cómo, saliendo último, se puede disfrutar de la experiencia.

La previa ya genera adrenalina. Ya con buzos anti flama y cascos puestos, nos explican algunas reglas de seguridad. No frenar y doblar a la vez porque podés pegar un trompo y no apretar freno y acelerador a la vez porque puede dañar la máquina. Y nos describen las banderas que pueden flamear a los costados: la negra y blanca es de advertencia, la negra es corredor suspendido, la roja carrera suspendida y la azul dejar paso.

Habrá tres vueltas de reconocimiento, tres de clasificación (cada karting lleva un chip y los tiempos se siguen en una computadora) y la carrera será a 24 vueltas. Y entonces vamos. Para arrancar hay que apretar el acelerador a fondo. Y allí comienza la experiencia. Uno vibra (y mucho) a la par del vehículo, el volante parece endurecerse en cada curva y en las rectas se va rápido (siempre que se use bien el pedal del acelerador).

Más relajado y ya pensando en cómo describir la experiencia porque salvo que alguno abandonara no había forma de que no saliera último, comienzo a disfrutar. Entiendo que todo se juega con el acelerador, que no hay que largarlo tanto y que las curvas se pueden tomar a una buena velocidad. Y de repente Sebastián Clemente levanta los brazos tras dejar atrás la bandera a cuadros. Me había sacado ¡¡¡¡10 vueltas!!!! Y sí, me equivoque con los pedales y pagué (escribí). Pero el karting no se mancha. Hay que subirse y vivir la experiencia. Vale la pena. Ya habrá revancha.

Datos básicos​

F1 Karting está en Panamericana y Ruta 197. Abre de lunes a viernes de 17 a 24 y sábados y domingos, de 16 a 24. La competencia Súper F1 (3 vueltas previas, 3 de clasificación y 24 de carrera) sale $ 370 por persona.​

 Fuente: Clarin

Obra pública rápida y barata, clave para el año electoral en la Provincia

El modelo que funcionó en la Ciudad se mudó a la Provincia. La gente gana en tiempo y comodidad para viajar y también se benefician Vidal y los intendentes.

Para un año electoral en el que Macri está obsesionado con la obra pública, el Metrobus parece ser la fórmula del éxito. Lo comprobó en la Ciudad donde de aquella lejana promesa de 10 kilómetros de subte pasó a comprar el BRT. El Bus Rapid Transit (por sus siglas en inglés) es un sistema de transporte en sí mismo que habían adoptado ciudades como Curitiba en Brasil o la colombiana Bogotá para ordenar el tránsito. Los buses corren para lugares exclusivos (muchas veces separados por muros o alambrados) y las paradas son como estaciones de subte, donde se accede pasando un molinete y donde las puertas se abren cuando llega el micro.

Aquí la primera experiencia fue en Juan B. Justo, se llamó Metrobus y quedó a mitad de camino de aquellos BRT. Sirvió en definitiva para que los pasajeros mejoren su experiencia de viaje: más rápido (los colectivos circulan sin obstáculos) y más cómodo (por las paradas en el centro de la avenida).

El sistema tuvo buena aceptación entre los porteños y comenzó a extenderse por varios sitios de la Ciudad.El proyecto más ambicioso fue el de la 9 de Julio, donde el Metrobus le cambiaba la fisionomía a la emblemática avenida de la Ciudad.

La apuesta salió bien y uno de los grandes ganadores fue Guillermo Dietrich, quien dos años antes habían desembarcado en la Ciudad como subsecretario de Transporte.

Ya como Ministro de Transporte, Dietrich encontró con el Metrobus – tal como había sucedido con Macri en la Ciudad- una buena manera de combinar gestión con obra pública.

Los trabajos son más baratos si se los compara por ejemplo con la conversión de rutas en autopistas, y los plazos mucho más cortos.

Cuando Cambiemos asumió en la Nación y la Provincia en diciembre de 2015, uno de los primeros anuncios que hizo María Eugenia Vidal fue la ampliación del red del Metrobus hacia el Conurbano. Son obras que paga la Nación, con las que puede chapear la Provincia y que benefician a los intendentes.

De aquel anuncio de Vidal habían participado los intendentes de Cambiemos Diego Valenzuela y Ramiro Tagliaferro, como intendentes de Tres de Febrero y Morón, respectivamente. Sin embargo la primera cinta se cortará en La Matanza.

Y no es casualidad. El enorme municipio del GBA reúne votos clave para la trascendental elección de este año donde con los resultados en la Provincia, Macri se jugará parte de la gobernabilidad.

Es desde la Provincia donde el PJ debate como rearmarse para las elecciones. En La Matanza pisa fuerte Fernando Espinoza, ex intendente. Su aliada y sucesora, Verónica Magario, recorrió más de una vez la obras con Dietrich y Vidal e incluso con Macri. Sin duda, con el Metrobus no sólo ganan los pasajeros.

 

Fuente: Clarin